lunes, 16 de mayo de 2011

Volvamos a la huella ecológica de las abuelas....


Cuando el tedioso rumrum del metro martillea mis sentidos de camino al estrés cotidiano, me siento afortunada cuando puedo leer la crónica verde de Cesar Javier Palacios en el diario gratuito 20 minutos...si no ha habido suerte y ningún ejemplar cae en mis manos, al llegar a la oficina me reuno con un té, unas galletas de canela y allí está, esperándome a ser leíada en

http://blogs.20minutos.es/cronicaverde/


 Os la recomiendo activamente, es un chorro de aire fresco y una delicia el leer sus artículos.

Cesar Javier es  licenciado en Geografía e Historia, doctor en Historia del Arte, naturalista y, ante todo, periodista. Su blog, como él mismo lo define, es  una ventana abierta al campo, un observatorio medioambiental pendiente del discurrir de la vida. También un lugar donde denunciar los atropellos y saludar a las buenas noticias... El viernes se hizo eco de este maravillos corto que seguro os hará reflexionar un poco...

Que lo disfrutéis!!!

 Volvamos a la huella ecológica de las abuelas

13 mayo 2011

 

Se llama Carmela, tiene 84 años y vive en Granada como siempre vivió, como siempre se vivió. Pausadamente.
 Viendo pasar la vida tratando de mejorarla con esos pequeños actos que al final se convierten en grandiosos para los que día a día nos enfrentamos a un engullidor mundo moderno.
Su nieta Evelin Navarro, aficionada al cine, le acaba de dedicar un precioso cortometraje (presentado al II Festival Ecológico “La Luciérnaga Fundida”) donde nos muestra la diferencia abismal de huella ecológica entre generaciones, cuestionando así el cada vez mayor impacto ambiental de nuestra sociedad para llegar a una felicidad imposible.
Como explica la realizadora, “avancemos hacia el futuro pero aprendiendo del pasado”: más luz natural y menos bombillas, insecticida de limón y clavo, ambientadores con hojas de lavanda y laurel, jabón casero, abanicos en vez de aire acondicionado, ropa de abrigo contra calefacciones, la charla reposada frente a tanto teléfono; mirar más a la calle y menos al televisor. No se trata de volver a las penurias de la postguerra, tan sólo de regresar a un planeta más habitable. Ése del que nuestros mayores tanto nos pueden enseñar.
Es verdad. A ellos siempre les costó tirar cualquier cosa, todo podía valer. Ante la actual vorágine de consumismo global y obsolescencia programada, el escritor Eduardo Galeano (70 años) reconoce que “en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra”, incapaz de cambiar el equipo de música una vez al año, el móvil cada tres meses o el ordenador cada Navidad. A nosotros nos pasa lo contrario, somos incapaces de guardar. Por eso es tan importante el ejemplo de Carmela y de todas las abuelas. Ellas sí que saben lo que es la Slow Life, el disfrutar de las pequeñas cosas, el reciclaje y el desarrollo sostenible. Cuánto tenemos que aprender de todas vosotras.

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