Nos hemos inspirados en nuestros amigos de Cucina Bioevolutiva para versionar su receta de lasagna cruda de berenjena pero hemos improvisado un poco con los ingredientes, algo que os animamos a hacer a vosotros, ya que las lasagnas Raw tienen tantas posibilidades como ingredientes se te ocurran.
A bote pronto se me viene a la cabeza una próxima versión con champiñón laminado tomateros secos y humos de zanahoria :-)
En esta ocasión nosotros hemos añadido el toque de las hierbas aromáticas, como es el caso de la hierbabuena fresca que mejora los procesos digestivos, es aperitiva, carminativa y ayuda a desintoxicar el hígado. También pensamos en aumentar su valor nutritivo y protéico añadiéndole aguacate y que mejor que un delicioso guacamole para rellenar una de sus capas :-)
Para los amantes de la cocina Raw y del Higienismo Vital deciros que esta lasaña crudivegana estaría englobada dentro de la dieta frutariana, al considerarse frutos todos los ingredientes de la misma.
Un paso imprescindible que bajo ningún concepto debes de olvidar es dejar en maceración las láminas de berenjena cruda y pelada en zumo de limón, ya que la SOLATINA (enzima de la berenjena) puede ser tóxica cuando se consume cruda. Después de la maceración hay que escurrir y secar muy bien las láminas de berenjena, dejando un agradable adobo, eliminando la toxina, impidiendo la oxidación por contacto con el aire y dándole mayor flexibilidad para manejarla.
Ingredientes:
Una berenjena grande y alargada
Dos tomates grandes maduros
Un puñado de hierbabuena fresca
Un aguacate hermoso y maduro
Un puñadito de alcaparras
el jugo de 3 limones
sal y pimienta
un puñado de aceitunas verdes o negras
Preparación:
Con un mínimo de 8 horas de antelación a la elaboración de la lasagna debemos de pelar y cortar en finas láminas la berenjena para ser cubiertas con el zumo de los limones. Tapar y dejar en reposo en la refri durante un mínimo de 8 horas. Como explicaba antes, esto hará que elimine la toxina de la solatina, le quite el amargor e impida que se oxide. Al terminar la maceración es importante escurrir muy bien el jugo del limón, eliminando si fuese necesario todo el exceso de líquido con papel absorbente.
Salpimentar y extender en una fuente dos láminas para preparar la primera capa base de nuestra lasaña.
Rallar o triturar (solo algunos toques) el tomate maduro, añadir un mínimo de sal y mezclar con una hojitas de hierbabuena fresca picada.
Preparar un guacamole sencillo con el aguacate maduro, una pizca de sal, un poquito de limón y unas gotas de vinagre de vino blanco o de manzana.
Extender una primera capa de relleno de tomate y hierbabuena y unas alcaparras sobre la base de berenjena y cubrir con una segunda capa de berenjenas escurridas y secadas.
Para el segundo piso de la lasagna vamos a extender el guacamole y volver a sellar con otra capa de berenjenas a modo de láminas.
Ir alternando una capa de berenjenas, una de tomate con los aderezos, otra capa de berenjenas, y una capa de guacamole añadiendo capas y altura según preferencias.
Terminar con una capa de berenjenas que cubriremos con láminas de aguacate, aceitunas verdes sin hueso laminadas y semillas de sésamo negro. Se puede finalizar con un pequeño hijo de aceite de oliva virgen extra opcional.
Dejar enfriar en la refri e ir escurriendo el jugo que irá soltando en las siguientes horas. Cuanto más seca la presentemos mejor.
Se conserva perfectamente en la nevera por dos o tres días, aunque está tan deliciosa que no creemos que te llegue al día siguiente.
Recuerda siempre que tu cuerpo se alimenta no de lo que comes, sino de aquello que tu organismo logra asimilar y en este caso los nutrientes quedan intactos al 100% al no ser desvitalizados por la cocción.
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